De la Facultad de Humanidades, vientos de Cambio?

EL DEMOCRÁTICO SUFRAGIO
En toda época, los políticos argentinos pretendieron convencernos, de que nuestras responsabilidades y Derecho Cívicos nacían y respiraban en el Sufragio. Se esforzaban en persuadirnos de que el ejercicio de la Funciones de Gobierno estaban reservadas únicamente para los “Profesionales del Comité de la Partidocracia”. Nos instaron a creer que la ciudadanía debía contentarse con aguardar las ocasiones comiciales para recién entonces emitir opinión positiva o negativa sobre la gestión de los elegidos en la anterior.

Pero, como consecuencia de una tendenciosa y antidemocrática Ley Electoral que autoriza y OBLIGA a sufragar a quienes no tienen la menor idea de su responsabilidad y derechos; a quienes no saben ni leer ni escribir; a quienes la Patria y Sociedad nada les importa; a los que no comprenden o pueden comprender el significado o proyección de su voto, en cada ocasión Comicial se afirmaron más y más las fuerzas de la VILEZA POLÍTICA que llegaron a desalojar de las filas de los aspirantes a cargos electivos a los pocos que podrían ofrecer alguna garantía y esperanza de alivio a las tribulaciones de la República.

En cada elección hubimos de resignar nuestra Fe, ante el aluvión de aquellos designados por los Amos Ocultos, para incorporarse al Gobierno de la Nación. En cada ocasión contemplamos azorados y aceptamos descorazonados la Farsa Democrática devenida de Comicios Contratados, Partideterminados y Computados por Aparatos Político-Financieros expresamente montados. De cada elección surgieron de la Nada digitados integrantes de los Poderes Republicanos y Funcionarios estatales, cada vez más incapaces, perversos y antinacionales.

Después de cada elección fulguraron en las candilejas de la República nuevos tartufos que integraron el coro bufonero y volátil que en sultánico séquito acompañó al democrático omnipotente Patrón de la Patria, designado por y al Servicio de especúpicos intereses internacionales.

En cada ocasión, la democrática delincuencia política signó los sucesores que en la respectiva futuraria oportunidad habrían de reemplazar a los gobernantes cuyas traiciones, depredaciones, y extravíos pactaron ocultar y/o amparar.

Cada elección demostró cuan Vano e Ingenuo resulto creer que la República, ya que en trance de perdición, encontraría su cauce moral y constructivo por el camino de las urnas, sin proveer previamente a la quirúrgica extirpación de la carroña pestífera que putrefactó los ámbitos de la Patria.