Otra vez, Zavalia, Dios mío ¿que hicimos para merecer este castigo?

No podemos sacar de encima a la criatura deforme que el concibió y ya esta apaleando nuestras puertas para que lo dejemos entrar.
La actividad legisferante de nuestros diputados ha dejado de ser responsable, si es que alguna vez lo fue, ninguno trabaja, se dedican ha buscar la reelección.
Veintiséis años de democracia no pudieron convertirnos en una verdadera Republica, en la que se gobierna en el marco de las instituciones y no de la política partidaria, no existe el legislador que no agote su mandato preparando la componenda para la próxima elección.

Participan de los problemas de la gente de manera coyuntural, desordenada, caótica y siempre y cuando les rinda réditos personales.

Trabajan siempre en superficie y por acoplamiento inestable al problema, cuando ya no les reporta beneficios, dejan todo a un lado y se afanan en otra cosa. Nunca van al fondo, a la estructura de los males. Desde que no sirven al pueblo sino a la corporación política que los comanda.
Transitan su mandato, estas ruinas de conciencia comprada, prevalidos de ese doble estándar, en el que dicen una cosa y hacen otra y ahí perdemos nosotros la garantía de que se ocupen de las necesidades del pueblo en lugar de lucrar con la política.

El gobierno corrupto de Zamora es un tema complejo. No hay soluciones directas, hay que tomar resguardos, no se puede otra vez tropezar con la misma piedra y cambiar una banda de mafiosos por otra igual o peor.
Desde donde aparece hoy Zavalia, sin un gramo de vergüenza pretendiendo ser una suerte de líder de la oposición, que enfermedad Dios mío, que epidemia de mugre.